viernes, 5 de noviembre de 2010

Los proyectos de Ingeniería también pagan con experiencias


Hola a todos. Me encuentro en el aeropuerto de Sacramento, en California. Hoy viernes terminamos un proyecto de Value Engineering al que la empresa AVG Consulting y el USBR me invitaron a participar. Por la naturaleza del proyecto, esta vez no publicaré los resultados, pero algo de la experiencia más allá del taller de 40 horas que realizamos sí vale la pena.

El proyecto que realizamos está localizado dentro de las instalaciones de la presa Folsom, ubicada en la ciudad del mismo nombre. Desde inicios de la década que arrancó con el nuevo milenio, no es de nadie desconocido el hecho de que el tema de la seguridad cambió mucho el ritmo de vida en los Estados Unidos. Así pues, una de las consecuencias fue que esta presa, siendo Federal y de alto riesgo, fue cerrada al público.

Fue interesante que todos los días nos teníamos que presentar para que nos dieran acceso a la sala de juntas que estaba ubicada en un área de seguridad "nivel 2" (de los 4 que se tienen). Ese era nuestro espacio de trabajo con el equipo. Afortunadamente, uno de nuestros integrantes del equipo, movió un poco "sus palancas" y nos consiguió permiso a los dos consultores que dirigíamos el taller de ingresar a todos los puntos de la planta.

Fue una experiencia muy interesante, por todas las razones que quieran imaginar: es una presa impresionante, pues recorrimos la inmensa pared de arriba para abajo (usando unos elevadores insertados dentro del muro de concreto), de izquierda a derecha (recorriendo los túneles de los 8 niveles que existen dentro de la pared). También es interesante y valioso pues es un recorrido que ya pocas personas tienen oportunidad de hacer, y mucho menos un extranjero.

Se los comento, ingenieros, pues hoy estoy saboreando una experiencia que la ingeniería me ha llevado disfrutar más allá de lo que el beneficio económico obtenido por el trabajo realizado. Ninguno de los dos visitantes habíamos planeado este tour, y anoche nos dieron la sorpresa.

Desde la ventana de la sala de espera veo que ya se puso el sol, y me estoy acordando cómo me tocó verlo salir hoy mismo por el horizonte, parado sobre el tope del muro de concreto.

¡Valió la pena madrugar hoy! ¿No creen?

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